Escenario natural y sagrado del acontecimiento luce su superficie tranquila y cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre hermosos cerros.
La laguna de Guatavita, escenario natural y sagrado del acontecimiento luce su superficie tranquila y cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre hermosos cerros.
El hermoso color verde del agua contrasta con los tonos alegres de la vegetación, que se aprecian al avanzar por los senderos que surcan este bosque natural.
Su importancia dentro de la mitología indígena, el misterio de su origen, el fácil acceso, su gran belleza y la de sus alrededores, la han convertido en uno de los lugares que mejor se puede explotar desde el punto de vista arqueológico y cultural,por lo que allí se pretende propiciar una recreación contemplativa, además de la concientización por la protección de sus recursos naturales.
La laguna de Guatavita se encuentra en el municipio de Sesquilé, al norte de la cabecera municipal de Guatavita.
Cuatro kilómetros de circunferencia, 400 metros de diámetro y 20 metros de profundidad.
Cuenta con una temperatura promedio anual de 14º C.
Existe una diversa y amplia vegetación conformada principalmente por páramos constituidos por matorrales y bosquecillos desarrollados en áreas de protección, donde también se pueden contemplar pastizales y pajonales en las partes más altas. Dentro de esta majestuosa vegetación se destaca la presencia de arbustos y arbolitos como el mano de oso, uvos de monte, te de Bogotá, ajicillo y trompetero entre otros. Las laderas, con tupidos helechos, muestran botones dorados de chisacá, chusques trenzados como arcos triunfales, sietecueros y moras.
Se puede observar gran variedad de aves y mamíferos.
• Aves: Las más representativas de este hábitat están los colibríes, atrapamoscas, mieleros, fruteros y aunque un poco más escasos, los hormigueros, carpinteros y aves rapaces; también se han registrado perdices, chirlobirlos, mirlas negras y algunas aves semilleras.
• Mamíferos: Esta zona estuvo habitada por el oso andino y el tinajo; todavía encontramos zorros, comadrejas, conejos y musarañas.
Lo más destacado de Guatavita
Actividades: La Reserva Forestal Protectora Productora Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peñas Blancas, presta el servicio de caminatas de contemplación ecológica guiada, con información al turista en temas ecológicos, historia de formación de la laguna, aspectos referentes a la recuperación del lugar, historia sobre la comunidad indígena Muisca que habitó y aún cuida la Reserva, además de información general sobre la Leyenda del Dorado y algunos temas de educación, manejo y cuidado del medio ambiente.
En la cordillera Oriental los lagos paramunos de mayor tamaño ocupan comúnmente antiguos circos glaciares, sin embargo, se cree que la depresión de la laguna de Guatavita se formó por un colapso por disolución de estratos salinos, lo que concuerda con las características geológicas de la región, donde hay grandes depósitos salinos como los de Zipaquirá, Nemocón y Tausa.
Guatavita era el nombre de uno de los más poderosos caciques muiscas, cuya esposa principal fue sorprendida por él mismo en flagrante delito de adulterio. El cacique hizo matar a su rival y obligó a su esposa a comer en público el corazón asado de su amante. Asustada, la cacica tomó en brazos a su hija y huyó hasta laguna de Guatavita donde se arrojó.
El cacique, arrepentido, pidió a un sacerdote que rescatara a su mujer y a su hija con sus poderes mágicos. Pero todo fue inútil. La cacica entonces se convirtió en la diosa tutelar de la laguna a quien los muiscas, supremos cultores del agua desde los albores mismos de su civilización, transformaron en un adoratorio de cuatro kilómetros de circunferencia, 400 metros de diámetro y 20 metros de profundidad a una altura de 3.199 metros sobre el nivel del mar, en donde, por medio de los sacerdotes o chuques, tributaban permanentes ofrendas a la diosa tutelar, quien, en forma de serpiente, de tiempo en tiempo salía a la superficie para recordarle a la gente la necesidad de plegarias, para renovarles su fé en fín, para exigirles sacrificios y exvotos de toda especie.
Las ofrendas se hacían, por lo general, en figurillas de oro, traídas por los creyentes y entregadas al sumo sacerdote para que este, a su vez, sirviera de intermediario ante la diosa acuática, lo que hacía en medio de complicada liturgia, para después arrojarlas al seno de la laguna, donde moraba la diosa quien, satisfecha con las plegarias y ofrendas, aplacaba su cólera, otorgaba perdón, era generosa con quienes la veneraban...
Este notable suceso posteriormente diaria origen a la ceremonia religiosa y política, conocida, desde la colonia hasta hoy, como la leyenda de El Dorado.
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